AMOEBA PROTEUS, EL CAMBIO NECESARIO, TURBERAS DE PEÑAYERRE.

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El nombre Amoeba, ἀμοιβή (amoibḗ), es cambio, y su apellido proteus, Πρωτεύς, hace referencia a un dios del agua también cambiante en cada momento y escurridizo, como los ríos que fluyen en cien brazos desde el corazón líquido de Amoeba proteus. Quizá sea este dios el que tenga que cambiar algo, el que tenga que cambiarnos con su ejemplo, para que los ríos, lagos y mares puedan transformarse, como lo hace Amoeba y consigan con ello salvar su esencia de todo lo que se vierte en ellos y que el hombre intenta ocultar bajo su alfombra líquida.

Y es que en ese cambio continuo, Amoeba proteus, discretamente, va recogiendo a su paso, en una erupción lenta y fría, todos los grumos y restos de vida que cayeron al fondo de cualquier laguna, de cualquier río, de cualqueier lago y va dejando, poso a poso, su lecho limpio, y mientras cambia y cambia en cada momento, hace que el agua recobre su alma original.

Amoeba es la ameba genuina, desnuda y distinta en cada momento, que extiende sus largas manos para abrazar el agua, mientras su cuerpo fluye adelantándose a todo lo que la rodea por mil caminos que se abren y se cierran al capricho del azar.

Sin casa, desnuda como un soplo, Amoeba se entrega a la vida sin condiciones, respirando todo lo que encuentra a su múltiple paso de nube, en un camino que abre y cierra en su fluir. De este modo, va recogiendo copos de grumos que contienen preciadas frutas de colores dorados, verdes y ocres: son las pequeñas algas de las que se alimenta y que poco a poco, van pintando como pequeñas joyas su interior.

En su vuelo líquido de nube densa y cambiante Amoeba brilla como un cielo de noche limpia, haciendo centellear a las estrellas que corretean por su cuerpo, arrastradas por su pálpito de ola en forma de diminutos cristales bipiramidales, truncados o en forma de placa.

El núcleo de esta ameba dirige el cambio del cambio en cada momento, a veces acompañado de otros como él con quienes comparte la dirección de esta maravillosa anarquía que toma cuerpo a cada instante en vida propia.

Y así, Amoeba proteus se convierte en lo que significa su nombre, el cambio del cambio, las cuatro estaciones multiplicadas por infinito en su pálpito de vida fría.

Amoeba proteus es una ameba común en aquellos lugares en los que el agua se estanca y donde existe la suficiente materia orgánica como para que ella pueda alimentarse. A Amoeba proteus le gusta casi todo: restos vegetales, pequeñas algas, bacterias y diminutos protozoos, quizá por ello lleva en su ser la esencia de sus continuas transformaciones.

Discreta y silenciosa en su fluir, Amoeba proteus se transforma y poco a poco convierte su infinito acuático en un espejo de cristal.

Las imágenes, tomadas en vivo a 400 aumentos el 20 de junio de 2020, con las técnicas de contraste de interferencia y de fase, proceden de una muestra de agua recogida el día 7 de junio de 2020 en las turberas de Peñayerre donde el agua poco a poco se transforma como Amoeba al ritomo de la vida.

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Taken on: June 21, 2020

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