121 años de Patria; Panamá la soberana República Centroamericana

            
121 años de Patria; Panamá la soberana República Centroamericana

La brisa fría de noviembre acaricia el rostro con la dulzura de un suspiro lejano. La lluvia, caída de nubes plenas, no se atreve a apagar el brillo de los corazones encendidos en fervor. En las calles mojadas de la ciudad, entre el murmullo de las gotas que golpean el suelo, resuena una llama que ni el cielo gris ni la tormenta que se asoma pueden extinguir. Esta no es una lluvia cualquiera, es la lluvia de la patria, que cae sobre nosotros como un manto de honra y gloria.

El 3 de noviembre, un eco ancestral reverbera en cada rincón. No es solo una fecha marcada en el calendario, es el latido de una tierra que se levantó, que eligió la libertad, que abrazó su destino con las manos firmes y el alma ardiente. Las gotas, que bañan las ropas, se vuelven lágrimas de emoción. Cada paso, cada bandera ondeando al viento, es un canto profundo a la memoria de aquellos que, en su lucha, nos regalaron la independencia. Ni el frío ni la tormenta logran empañar esa llama.

A lo largo de la ruta, las botas resuenan con fuerza sobre el pavimento empapado, una sinfonía de unidad y resistencia. El pavimento no se rinde, como no lo hizo la tierra que vio nacer a Panamá. Las filas, perfectas y firmes, marchan como una sola voz, como un solo corazón, un corazón que late al ritmo de la historia. La lluvia no separa, no desvanece, más bien une, refuerza el lazo de una nación que se recuerda en cada gota que cae, que se renueva con cada paso dado hacia el futuro.

Las luces de la ciudad, reflejadas en las ventanas de "El Tornillo", parecen bailar al ritmo del desfile, como si la ciudad misma respirara en sincronía con nosotros. La tormenta es solo un fondo lejano, una sombra que no logra eclipsar el resplandor de quienes marchan, de quienes celebran, de quienes saben que el destino de Panamá es uno que se forja en cada paso, en cada amanecer, en cada tormenta superada.

Y es que la patria no se detiene. No se apaga. No se rinde. En cada rincón, en cada rostro, resplandece esa llama indomable que comenzó a arder hace 121 años, cuando el 3 de noviembre nació la promesa de un país libre, de un pueblo valiente. Panamá, nuestra amada patria, nunca dejará de brillar. Y aunque la lluvia caiga sobre nosotros, su fuego arderá en el pecho de cada uno de los que la honran, de los que la sienten, de los que la viven.

Fotografías documentadas el 4 de noviembre durante la celebración del Día de los Símbolos Patrios / celebrado por la independencia de Panamá de Colombia el 3 de noviembre de 1903-

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Taken on: November 4, 2024

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121 años de Patria; Panamá la soberana República Centroamericana La brisa fría de noviembre acaricia el rostro con la dulzura de un suspiro lejano. La lluvia

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no se atreve a apagar el brillo de los corazones encendidos en fervor. En las calles mojadas de la ciudad

entre el murmullo de las gotas que golpean el suelo

resuena una llama que ni el cielo gris ni la tormenta que se asoma pueden extinguir. Esta no es una lluvia cualquiera

es la lluvia de la patria

que cae sobre nosotros como un manto de honra y gloria. El 3 de noviembre

un eco ancestral reverbera en cada rincón. No es solo una fecha marcada en el calendario

es el latido de una tierra que se levantó

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se vuelven lágrimas de emoción. Cada paso

cada bandera ondeando al viento

es un canto profundo a la memoria de aquellos que

en su lucha

nos regalaron la independencia. Ni el frío ni la tormenta logran empañar esa llama. A lo largo de la ruta

las botas resuenan con fuerza sobre el pavimento empapado

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marchan como una sola voz

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